Si hablamos de oficinas, entornos donde las luces tienen que estar encendidas mucho tiempo, la mejor opción son las LED. En este caso las bombillas incandescentes, ni siquiera las de bajo consumo, pueden competir. Es cierto que la inversión es mayor, pero a la larga se amortiza entre la eficiencia energética y la durabilidad.
Donde no merecen la pena las bombillas LED es en sitios donde se vayan a usar poco, como en un trastero. En las luces secundarias de una casa, como esa lámpara del salón que casi nunca se enciende o una luz de mesilla en el pasillo, tampoco vale la pena invertir en LED.